Asiduamente ocurre entre la juventud de nuestro siglo, que se
crea una confusión a la hora de separar “Sexo” de “Sexualidad”, dos palabras
que guardan entre sí una mayúscula relación pero no significa que sean
sinónimas.
Una
relación directa pero con distinto significado que diferencia que el “Sexo” son
las disimilitudes anatómicas y funcionales que existen en los miembros de una
misma especie y la “Sexualidad” es un concepto mucho más extenso que se compone
de cinco ramas principales siendo una de ellas el sexo.
La
sexualidad está formada por un conjunto complejo de hechos, fenómenos y
acontecimientos en los seres humanos, donde el sexo, el género, la
reproducción, los vínculos afectivos y el erotismo desempeñan los papeles
principales.
El
confusionismo se produce en la mayor parte de los casos porque la educación
sexual va separada de la educación afectiva.
Una
familia es la responsable de este tipo de educación en el hogar. Los jóvenes hoy
en día están expuestos a una sociedad que van a explorar ellos por sí solos y
necesitan salir con una base firme, donde prime el orden y haya una base sólida
de lazos afectivos que muestren una protección, cierta seguridad y lo más
importante, la libertad para expresarse y sentirse comprendidos.
La
educación sexual no sólo es hablar de la reproducción y los métodos
anticonceptivos, eso es primordial, pero no nos olvidemos que los jóvenes de
hoy en día disponen de sistemas para investigar este tipo de cosas, siendo
necesario un apoyo emocional combinado con un afecto que los haga sentirse más
seguros y respetados.
Algunos
estudios de investigación decretan que más de un 70% de los jóvenes que se
inician sexualmente antes de los 16 años, lo hacen por falta de afecto, porque
sienten la necesidad que alguien los toque, no por un tema sexual.
En
el caso de las mujeres se produce el efecto retroceso, vuelta al siglo XVIII,
necesitan entregar una prueba de amor al novio para que no se enfade o para no
perderlo, otro claro ejemplo de una necesidad afectiva.
La
comunicación y el afecto en la familia es el cimiento que los educará
correctamente. Muchos progenitores sienten que son buenos padres trabajando y
poniendo a su alcance todo lo que piden, y en muchas ocasiones prefieren poner
un STAFF de profesionales a su servicio para que hagan el trabajo que les
corresponde a ellos. Error común en esta sociedad, que dispara un mayor número
de problemas, todos ellos asociados por la escasa importancia que le dan a la
educación afectiva.
Es
importante tratar cada una de las ramas de las que se compone la sexualidad
basándose en la naturalidad.
Hablábamos
del “sexo” en párrafos anteriores aclarando su significado, así como también
conocemos el “género” y la “reproducción”, es ésta, la parte que más tocamos en
nuestra vida cotidiana; basamos la educación sexual única y exclusivamente en
este apartado, partiendo de la base de cómo llegamos a realizar el acto sexual
y como debemos protegernos, algo importantísimo en nuestro presente, pero nos
olvidamos de algunas cosas en esta sección.
La
reproducción no es sólo la fusión de un óvulo y un espermatozoide, es algo más
que eso, es una reproducción de ideas, de conceptos y de valores.
“Los
vínculos afectivos” normalmente los asociamos con el amor de la pareja, pero
aquí es donde más podemos aportar nosotros a la hora de desempeñar nuestra
labor como educadores sexuales. Estos vínculos están formados por los
sentimientos básicos que forman parte de la carga afectiva de los seres humanos
y son conocidos como MATEA (estas siglas representan: miedo, alegría, tristeza,
enfado y amor). Esos sentimientos no sólo se expresan en una relación de pareja
sino también en otras relaciones humanas.
La
última rama que se incluye en la sexualidad también es muy conocida; hablamos
del “erotismo”, un fenómeno particularmente humano porque no se conoce todavía
otra especie que lo tenga. El erotismo se compone del deseo, la excitación y el
orgasmo.
Esta
rama hay que tratarla con mucha precaución, partiendo de la base que la
adolescencia se deja llevar mucho por los medios de comunicación que los
erotizan mostrando ideales de hombres y mujeres que no son reales y que en
escasas ocasiones pueden encontrarse.
La
juventud se siente prisionera frente a una sexualidad que los hace volcarse más
en un cuerpo deseado, que tenga mayor rendimiento sexual, dejando atrás lo
realmente importante, la satisfacción.
La
educación sexual hoy más que ayer requiere de un componente emocional porque
cada día se está convirtiendo en algo más instintivo, más animal.
Debemos
mirar la sexualidad como un conjunto de cualidades que abarca nuestra persona,
que se compone de componentes físicos, psicológicos, afectivos, sociales,
culturales y éticos.
La sexualidad no es algo
que tenemos sino algo que somos y que engloba todo nuestro ser.
Recuerden, la sexualidad no
es sexo.
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