Por Beatriz Gómez
Hace pocos días me enfrenté de nuevo a unos exámenes y sólo el empeño no me hizo tirar la toalla.
Como todos saben, en La Palma no hay universidades ni ofertas formativas de mucho interés, así que, todas esas personas que velan por su futuro, en las que me incluyo, tenemos que desplazarnos a la Isla vecina para cursar nuestros estudios.
Muchas gestiones se hacen a través de internet o por teléfono, y aunque en otras ocasiones el trato no ha sido del todo agradable, en esta última, fue denigrante.
Yo entiendo que la crisis ha puesto a la gente de mal humor, pero una cosa es contestarle mal a una persona y hablarle con aires de superioridad, y otra muy distinta es faltarle al respeto y llegar al punto de amenazarla.
Pues sí, como mismo se los estoy contando sucedió esta historia.
Me sentí realmente humillada y mi impotencia me ha hecho relatar lo sucedido para que no vuelvan a ocurrir cosas de este calibre, porque parece que los estudiantes que queremos hacer algo con nuestra vida les debemos algo a esas personas que deberían cuidar sus puestos de trabajo en Educación en las condiciones en las que estamos.
Después de discutir acaloradamente con la secretaría y el Jefe de Estudios del Centro donde me decían claramente que si no quería asistir al curso que me quedara en casa en vez de incentivarme, y tan sólo por preguntar una duda al respecto sobre una documentación que tenía que presentar, me cogí el enfado del siglo a dos horas de coger un vuelo para desplazarme para realizar dichos exámenes... creo que los más amargos de mi vida.
Con un trauma descomunal pensando en los resultados finales después de la amenaza que me hacía uno de ellos... pensé en tirarlo todo por la borde desde mi profundo enfado. Sintiendo que mi esfuerzo estaba completamente manipulado por estos individuos que me trataron con despotismo y me ningunearon sin razón aparente.
Maldije a la madre que los trajo porque yo no tenía tampoco la culpa de la amargura que sentían. Así que antes de echarle mano a mi desahogo habitual, llamé a alguien que sabía que me entendería.
Mi primo, justamente está cursando su doctorado en Finlandia, uno de los Países con el mejor sistema educativo del Mundo, y me decía que esa misma era una de las razones por las que se había ido a estudiar a ese País.
La educación en España es un robo a mano armada, pero por si fuera poco, el fracaso escolar en el 70% de los casos es infalible. Y no sólo porque los profesores no están bien preparados, sino porque en la mayoría de los casos la nota no les llega para cursar la carrera que realmente quieren y se meten en magisterio, licenciatura que les salva la vida a muchos porque pueden entrar con una nota baja y esto a la larga causa estragos porque no sienten verdadera vocación por lo que hacen.
En Finlandia pasan muchos filtros para que el que llegue a profesor sea porque realmente quiere y esté preparado. Hay una doble preparación que no existe en nuestro País. Para entrar en magisterio tienen que tener una nota alta, tan alta como la que exigen en España para medicina.
La diferencia es abismal. El sistema educativo finés es envidiable, y eso que la escolarización no es obligatoria hasta los siete años. Así los niños tienen un periodo para juegos y para disfrutar de su niñez.
Ya cuando llegan al colegio son más responsables y es cuando comienzan aprender a leer y a escribir. Algo que en España comienza mucho antes, pero donde no se consigue el mismo efecto porque saturan a los niños con muchos conocimientos y con pocos periodos de descanso.
En el País nórdico los dejan descansar 15 minutos después de cada clase de 45 min, así vuelven más concentrados al aula, en cambio, en España los tienen dos horas seguidas sentados en un pupitre y ya por último pierden el hilo de lo que están aprendiendo.
Los profesores se preocupan por el bienestar físico y psíquico de sus alumnos y les realizan periódicamente encuestas para saber como llevan el curso. Tienen apoyo escolar para que ninguno se quede atrás y así consiguen estar todos siempre al mismo nivel. No existe la exclusión social, no hay diferencias, no hay faltas de respeto, y por lo tanto, tampoco existen esas amenazas absurdas que dejan tanto que desear de una persona. Por si fuera poco todos los colegios tienen comedor gratuito, y los libros, trasporte y material escolar también lo son, mientras que aquí nos exigen tantos en los colegios, institutos y universidades que la mayoría tiene serias dificultades para asistir.
Es un trato tan excelente que incita a estudiar.
Los universitarios del programa Erasmus suelen elegir este destino por la cantidad de ayudas que reciben. Entre ellas, una paga por estudiante, y la vivienda al lado de la universidad con gastos cubiertos.
Otro de los muchos beneficios que tienen es la sanidad, donde en los mismos colegios realizan revisiones para enviar a los alumnos al dentista de manera gratuita.
Todo son ventajas en ese País, y no es que pida que en España cubran todo como lo hacen allí, pero por lo menos que den otro tipo de facilidades y que traten a los alumnos con respeto y que no se empeñen en amargarles la existencia, porque por eso mismo muchos dejan sus estudios y no finalizan la etapa escolar, y luego tienen la poca vergüenza de hacer responsables a los propios niños.
A mí me parece realmente preocupante porque, ¿a dónde vamos sin preparación?
Es vergonzoso lo que está ocurriendo a la vez de injusto, por eso pienso que todas esas personas que no están capacitadas ni sienten verdadera vocación por su profesión deben estar en otro lugar que no entorpezca al estudiante que realmente lucha por lo que quiere.
Tanto la Educación pública como la privada debe velar por sus alumnos y no apartarlos con el trato.
Por eso me gustaría desde estas líneas enviarles un mensaje a todas esas personas que han podido vivir alguna situación similar y han optado por abandonar, perdiendo así la oportunidad de tener un mejor futuro, tan esencial en estos tiempos...
El conocimiento es poder. ¡ÁRMATE!
